lunes, 26 de noviembre de 2012


—¿Sabes? —Preguntó imitando el tono de Brontë—. Eres un hijo de puta. Pero de los grandes ¿eh?

Él volvió a reír.

—Para—. Suplicó, pegándole en el hombro.

—Tendrás que empezar a ir al gimnasio, pegas como un niño.

—Que te follen.

Volvió a reír y ella apretó los dientes.

—Vale, vale. Es que no puedo evitarlo. Es muy gracioso verte así, si tú te vieras también te reirías.

—Que te follen—. Repitió, esta vez haciendo una pausa entre cada palabra.

Él sonrió de lado, incitándola.

No hay comentarios:

Publicar un comentario